Hablemos un poco de filosofía y fútbol de la mano de Pablo Sinde.
[su_box title=»Artículo de Pablo Sinde para Masliga publicado el 21-11-2011″ box_color=»#f89b3c» radius=»8″]Pablo Sinde es analista de fútbol. [/su_box]
Sumario
Una explicación general del fútbol en la historia con conceptos del sociólogo Michael Foucault
Algunos conceptos foucaultianos, pienso yo que sin querer aunque de todas formas lo hacen, se acercan a la historia del deporte rey de una manera particular y muy interesante. Ya de por sí, leer o escuchar hablar sobre Foucault es muy atractivo, igual de atractivo que ver un encuentro de fútbol.
Para empezar, el sociólogo francés habla de que “el hombre pertenece a la trama histórica”, tema que, por tratarse de una “trama”, nos hace pensar en una red, en una conexión. Esto nos lleva irremediablemente a una táctica, una estrategia, a una interrelación de hombres dentro de un campo y, porque no, a una filosofía de juego. Foucault es posterior a Descartes (otro gran pensador), y es por eso que al francés, (nuestro filósofo en cuestión), lo podemos emparentar con el fútbol moderno y al francés con un fútbol más antiguo, sin tanta estrategia y más individualista, más unipersonal, teniendo al hombre como punto de partida epistemológico único, el ego cogito ergo sum, el Yo pienso.
Nuestro fútbol actual es más estructuralista, ese “yo pienso” ya no piensa solo, es parte de una estructura, parte de, como dije antes, una “trama”, que en este caso se fue amoldando a la historia, fue cambiando por la naturalidad que el hombre siempre tiene de querer avanzar, querer crecer, o sea, cambiar para mejorar, aunque muchas veces con un cambio empeore, retroceda.
Por qué al periodismo le gusta el tiki-taka
Si uno repasa la historia, debate de fútbol en cualquier lado, con cualquier persona, ninguno, o casi ninguno, se descarrila de un modelo de juego “ideal”. Todos quieren ver a su equipo “pasar la pelota”, aunque muchas veces ese pase quede en el recuerdo de la estadística mentirosa, aunque a veces muy pesada, de la posesión de pelota. Foucault, contradiciendo a lo racional, a lo socialmente normal, escribe un libro llamado ‘Historia de la locura’, casi como desviándose de lo “común” y mostrándole al mundo, con la imagen del manicomio otra “forma de vida” si se quiere. Esa otra forma de vida de la que hablo, llevándola al ámbito del fútbol es esa “desobediencia al fútbol” (que piensan algunos) de “jugar para defender”, como se dice cotidianamente “meterse atrás”. Casi como una falta de respeto o una actitud de cobarde, la gente repudia a lo que, desde la mediatización masiva del fútbol y la consumición abusiva de este deporte en todo el mundo, es anormal, poco inteligente, “una locura”.
Para el aficionado que se encuentra en ese “común denominador”, lo racional, la razón, la tendría quien pasa la pelota a sus compañeros, y ahí se genera un nuevo choque entre el fútbol y la filosofía. Foucault hablaba de que tener la razón es tener el poder y, quien consiga tener más medios para transmitir “su razón”, será quien consiga el poder, será quien tenga “la verdad”. Es por eso que esos equipos, los que se encuentran dentro de los “cánones permitidos por la sociedad”, dentro de lo que el periodismo puso como “correcto”, como “el camino a la victoria”, son quienes obtienen seguidores y por ende, medios para transmitir su forma, su manera, su estilo de entender el fútbol, ese que tanto atrae a la gente. Como explicaba el sociólogo en cuestión, “la verdad es el choque de las múltiples verdades” o sea, la verdad no es lo único, la verdad es guerra, por eso el choque de ideologías futbolísticas es tan fuerte y tan poco firme, porque hoy gana tu modelo, pero mañana gana mi manera de entender el juego; Eso es lo que hace al juego, al deporte tan apasionante.
De ahí se desprende otro concepto importantísimo y muy interesante, la “contra conducta”, sin ir más lejos, llevado al fútbol esto sería el viejo, ganador y recordado “catenaccio” italiano, la “no razón”, una de las tantas verdades que quedarán bollando en la multiplicidad histórica de verdades antagónicas del fútbol mundial, una más, tan respetable como la verdad que el mundo puso como única verdad, como razón, como la poseedora del poder de atracción suficiente para poder ser ella la única, la verdad.
Por qué los fuera de serie son el poder
Para ir concluyendo, voy a tocar otro tema foucaultiano, el “Poder Pastoral”. Este tipo de poder recibe esa denominación por una cuestión básica, común, lógica; ¿Quién es el pastor?, quien dirige su rebaño, su manada, se puede decir que ese, en el fútbol es quien arma la estructura, el estructuralista táctico y estratégico de un equipo, el director técnico.
Si este falla, solamente una de sus “ovejas” puede salvarlo con una idea momentánea, con una iluminación inmediata, y es ahí donde otro concepto “futbolístico” de Foucault se engancha con lo comentado, la “no explicación” de la rebelión contra el poder. También, como todo, es algo natural, rebelarse al poder para intentar imponerse a ese poder y, por ende, tomar el poder, aunque sea por un tiempo, aunque no tomar la verdad, porque la verdad es ideología, la verdad está en cada uno.
Cuando la rebelión a lo normal, a lo asentado como racional se produce, se genera un crecimiento, se trepa por encima del poder. Es ahí donde nuestro deporte entra en acción, los “fuera de serie”, como se los suele llamar, los Messi, los Maradona, los Zidane, los Di Stéfano, los Pelé, son los que se rebelaron, los que se treparon al poder y,en estos casos nunca se los va a poder destronar, porque consiguieron los medios para mediatizar su verdad, la que ahora es “la verdad”, aunque sea irracional, fuera de lo común, porque fue por eso, por lo “no común” de su estilo que lograron escalar por encima de lo normal y ahora son la vara más alta a saltar, son el poder.
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