Hace unos días el entrenador Álex Couto nos hablaba de la dificultad de llegar al fútbol de élite en el artículo ‘No todos llegan‘. Hoy recupero un artículo de Masliga que nos da otra visión distinta de ese mundo de la formación. El agente de jugador Josep Maria París nos habla de ‘El fútbol base mediático‘, un mundo bastante perverso.
[su_box title=»Artículo de Josep Maria París para Masliga publicado el 24-10-2012″ box_color=»#f89b3c» radius=»8″]Josep Maria París es Agente de Jugadores RFEF. Responsable de atención de observadores en el torneo MIC y Scouting para Aspire. Follow @JosepMParis [/su_box]
Sumario
A los jóvenes futbolistas les falta calle
No hace mucho, uno de los mitos que para mi ha dado el fútbol, Filippo Inzaghi, afirmaba en una entrevista que “los jóvenes están muy consentidos”. Quizá eso no es ninguna novedad para los que todavía hemos pisado los campos de tierra en nuestra época de formación, pero que sea Inzaghi, retirado del más alto nivel e iniciándose como entrenador en el futbol base del AC Milan, hace que seguramente le prestemos mucha más atención a tal exclamación.
En una comparación entre los chavales de su época y los jóvenes jugadores actuales evidencia que anteriormente los futbolistas se formaban en las calles, creando sus campos y utilizando bolsas para las porterías. Eso hacía que los jóvenes fueran mucho más espabilados ya que el fútbol de calle les hacía despertar. Afirma que las nuevas generaciones son caprichosas y consentidas… “Facebook, ordenador, poco fútbol en los parques…”. Pero no utiliza esas circunstancias para lapidar esta situación. Lo ve como un reto.
Inzaghi empezó recientemente su vida como entrenador, sabe donde está y lo que le toca. Es por eso que no se ve solo como un entrenador sino como un educador: “Quiero que sepan cómo hay que entrenarse, qué hay que comer, cómo hay que comportarse fuera del campo… La diferencia entre un jugador normal y un campeón está en esos detalles”. Lo que será más difícil de transmitirles seguramente será el “fútbol de calle” de los jugadores que crecieron con el dribling aprendido en el vial todavía sin asfaltar.
Pero sin terminar de caer en la nostalgia y manteniendo las afirmaciones de Inzaghi, ¿cuál debe ser la prioridad de la situación actual en el fútbol base? Debemos asegurar esos detalles, que se mantengan y no se pierdan en el olvido. Para esos detalles tan concretos, llevo siempre metida en la cabeza una frase escrita por una de las personas que para mi, más sabe de fútbol y mejor conoce este mundo. Pablo Longoria, actualmente observador en la Juventus de Turín (en el momento de la publicación original estaba en el Atalanta), dijo: “Menos Play Station y más calle. Menos vídeos y más partidos en el campo. Menos analíticos, estadísticas y vendehúmos y más sensaciones”.
Un chico de 12 años no es un futbolista profesional (y debería saberlo)
Para nada considero esta frase como detractora de la evolución y el desarrollo del fútbol base. La mejora del trabajo y la profesionalidad de sus componentes son evidentes y claros. Incluso necesarios. ¿Pero acaso deben actuar esos jóvenes como profesionales? ¿Elevarlos a altares, incluso mediáticos, cuando todavía van al colegio durante el día y entrenan por las tardes? ¿Un joven preparado para el partido del sábado es el que entra al vestuario alegre y sonriente, con ganas de pasarlo bien, o con los auriculares más grandes metidos en la cabeza mostrando su aparente concentración?
De ello somos responsables todos. La evolución constante, el profesionalismo formativo y la preparación deportiva se olvida a menudo de los detalles a los que se refería Inzaghi. La diversión del joven ha pasado a convertirse en una presión añadida por llegar al profesionalismo, que no es un objetivo mal planteado, pero si le quitamos el maquillaje, se convierte básicamente en ganar dinero, en tenerlo todo, en obtener todos los lujos y en cultivar el ego. Con todo esto ya nos hemos olvidado de pasarlo bien. Y, por supuesto, que el equipo que pierde el partido no lo pasará tan bien, pero es que para ganarlo, necesitamos las mejores y más caras botas, el peinado más bonito para la foto perfecta, el respeto de los compañeros y la ovación del público para poder destacar entre los demás.
Y si los padres no entienden de fútbol, su objetivo es que su hijo se divierta. Si tienen la suerte de que el chaval va por ese buen camino, ya vendrá un agente a mostrarle otro camino de rosas hacia el mundo profesional. Ya entramos en un pantano oscuro donde el objetivo a veces es dotar al jugador, perdón, al chaval, de todo lo que le haga falta para llegar a ganar dinero, olvidando a veces que lo que más necesita son buenos consejos de conducta y aprendizaje.
Este apoyo psicológico no tiene nada que ver con lo que muchas veces se puede llegar a prometer por parte de agentes externos al club y que en realidad solo pretenden dos objetivos: crear unas expectativas materiales que llamen mucho la atención y captarles como representados.
Ojeadores y marcas siguen el talento, pero no significa que te quieran fichar
Una de las principales dosis de grandeza que ofrecerán algunas personas es que con él no les faltará de nada y los mejores clubes del mundo le podrán fichar, como si de él dependieran las decisiones de los directores deportivos. Lo siento mucho, pero no. Los clubes cada vez más, tienen unos departamentos de observación generalmente bien desarrollados. Todos son filtros y escalones, como siempre los ha habido (local, regional, nacional e internacional). Solo que ahora la información corre muchísimo más deprisa y es más fácil detectar un jugador. El conocimiento es una prioridad de los clubes y a veces, un seguimiento no significa un interés concreto. Si un agente o intermediario habla de un club, no será él quién le lleve a firmar por ese club. Y segundo, deberá demostrar ese interés a través de personas del club o mediante un documento escrito.
Otros de los ganchos más comunes para crear expectativas y prometer logros, es la del material deportivo. Otra falsa promesa. Actualmente las grandes marcas comerciales, que coincide casualmente con las marcas que más pretenden los jóvenes, tienen un departamento exclusivo de seguimiento y detección de jóvenes valores. Ojo a este tema que es más agrio de lo que nos imaginamos.
Primero, que estas marcas de material deportivo trabajan con unos presupuestos que deben seguir, más ahora en tal periodo recesivo, un plan estratégico estricto en el que deben apuntar bien y muchas veces ir a tiro seguro y ello les imposibilita a ir “regalando” material a diestro y siniestro. Además, son empresas privadas y no ONG’s con lo que nuevamente, el agente no será quién decida si se le firma un contrato al jugador.
Y segundo, con un funcionamiento muy similar al de los observadores de los clubes de fútbol, estas empresas deben tener la máxima información controlada de todos los jugadores debido a que esa rapidez informativa de la que hablábamos, también es probable que le llegue a la competencia. Con lo cual, sacaremos unas conclusiones muy rápidas: decenas de representantes llaman a los responsables de los departamentos de Sport Márketing de tales empresas ofreciendo a sus jugadores. Lo que a menudo no imaginan es que el departamento ya los conoce, tienen muchísimos informes de los jugadores y NO se han puesto en contacto con ningún responsable del jugador para demostrarles un interés real antes de que lo haga la competencia. Por algo será, a parte del presupuesto.
El error de crear jóvenes promesas de la nada
Por otro lado, comentaba que éste es un tema más agrio de lo que nos pensamos para los jugadores en periodo de formación. Las botas son uno de los deseos más preciados de los jóvenes jugadores. Realza su personalidad, extrema su ego frente a sus compañeros, muestra un estatus jerárquico en el vestuario (por razones selectivas de las marcas comerciales) y provoca en esas edades un agravio comparativo que personalmente opino que no es aconsejable.
Además del uso inadecuado de los modelos de bota, ya que la mayoría juega en superficies en las que la bota y el taco no corresponden al que se necesitaría. Una bota preparada para el césped artificial es completamente diferente a la bota ideada para el césped natural. Su incorrecta utilización puede provocar incluso lesiones. Incluso llega el caso en el que el agente puede ofrecer material de marcas “menores” para el jugador que éste rechaza o no se siente tan a gusto por el mero hecho de que ese logo no transmite los mismos valores en el mercado que el de las grandes firmas.
Todavía más extremados son los casos en los que el joven jugador llega a rechazar material aportado en este caso por las grandes firmas porque el modelo no le gusta o no es el que utilizan los jugadores de élite. Recordemos que estamos hablando de jugadores en periodo de formación. Una solución para evitar estas actuaciones, dadas especialmente en el fútbol base de los clubes profesionales, sería la de imponer el mismo modelo de botas además del más adecuado para cada superficie, aportado por la firma que patrocina al club. Al menos hasta una edad en la que el jugador ya puede firmar legalmente contratos.
El jugador debe aprender a solucionar sus problemas sin necesitar a nadie
Otro caso de adulación errónea al jugador es la de prometer un contrato o la mejora de éste, por ejemplo, porque el agente ya lleva jugadores en el primer equipo o este es un exjugador profesional. Aquí es cuando me pregunto si el agente o su ayudante van a salir a correr y a marcar goles por él, o si van a ser ellos los que después de todo el día en clase, realicen sus sesiones de entrenamiento. Un jugador consigue lo que se trabaja. Su esfuerzo será el que marque una más o menos compensación, incluso la posibilidad de seguir en el club o de recibir la baja. Este punto es importantísimo y el jugador debe asimilar que la manera en la que se desempeñe, será la que marque su condición.
Compañeros que entrenan y han entrenado en el fútbol base de clubes profesionales me han comentado muchas veces que reciben a los representantes porque desean transmitirle que su jugador está disgustado, está triste o no se encuentra bien en la posición que juega. No olvidemos que el chico siempre dará su versión y, a menudo, una reunión con un entrenador puede terminar en una confrontación encubierta. El perjudicado será el jugador.
¿No será que a veces, ante la falta de minutos, puede haber factores como recientes lesiones, la falta de trabajo, rotaciones y cuestiones que son decisión del entrenador? ¿Cuál debe ser el mejor modo de gestionar esa situación? Enseñarle al jugador a afrontar esa dificultad, a hablar con el entrenador habiendo hecho siempre un análisis de uno mismo. El jugador deberá superar su orgullo, la timidez y el miedo a que esa conversación sea malinterpretada y le genere una peor situación.
Para ello deberá afrontarlo con respeto, educación y con una visión nueva para él. La de aprender a sacar conclusiones y conocer qué es lo que falla si así es, y qué debe hacer para solucionarlo y volver a un óptimo nivel. Siguiendo mi modo de pensar, ese óptimo nivel será el grado de diversión. Seguro que cuando mejor me lo pase en un partido o entrenamiento, mejor me saldrán las cosas.
Una fórmula para analizar el rendimiento de un jugador
Valorar el rendimiento es más complicado pero podría llegarse a hacer un análisis teniendo en cuenta los siguientes factores:
RENDIMIENTO = POTENCIALIDADES + DETERMINACIÓN – INTERFERENCIAS
Entenderemos las “potencialidades” como todos nuestros puntos fuertes de los que más provecho podemos sacar así como la capacidad de esfuerzo y sacrificio en el trabajo.
Entenderemos como “determinación” nuestra máxima capacidad de ejecutar nuestras potencialidades.
Entenderemos las “interferencias” como todos los factores externos del jugador que afecten de manera negativa en su trabajo e implicación.
Conclusiones
Con todo esto, me planteo una pregunta final: ¿Son necesarios los agentes en las edades formativas? Mi respuesta es que NO. No son necesarios los agentes. Son necesarios los tutores deportivos, los correctos consejeros, más cuando los padres quizá son noveles en el mundo del fútbol. Son necesarios los apoyos psicológicos y todo lo que conlleve una correcta formación, educación y transmisión de unos valores basados en la humildad, en el sacrificio y esfuerzo personal por la consecución de unos objetivos. Y lo más importante para mi, la búsqueda de la continua diversión y la expulsión de todos estos elementos comentados que puedan generar una presión totalmente innecesaria. Todo ello hará que el rendimiento sea el adecuado.
Artículos de Josep Maria París
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