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La salida Lavolpiana: una solución para intrépidos, por Pedro Arbide

Salida Lavolpiana

Hablemos de la salida lavolpiana

Artículo de Pedro Arbide para Masliga publicado el 13-10-2011
Pedro Arbide es periodista.

Jugando al ajedrez con un balón de fútbol

La apertura en ajedrez es la fase inicial del juego, en la que los jugadores plantean su estrategia de salida y comienzan a desarrollar su táctica a través de las diferentes posibilidades que les ofrecen las distintas piezas. No es difícil recorrer en un instante la evidente analogía entre ajedrez y fútbol, que parte de un proscenio similar (un tablero de cuatro lados con casillas más o menos imaginarias barnizadas con esmero) y la misma puesta en escena en el imaginario del espectador con ínfulas de partícipe: una alarga y nervuda mano desplaza con ingenio de maestro piezas de valor diverso y variadas posibilidades.

El color y carga simbólica de las piezas; la creciente necesidad de involucrar a la tecnología para validar el progreso del intelecto humano en las reglas del juego; las miradas y los golpes secos al contador del tiempo. Uno se para a inventariar analogías y atardece el texto.




La salida de balón en fútbol es la fase inicial del juego, en la que los equipos plantean su estrategia inicial y proponen decisiones¿Hacia dónde oriento mi primer pase y la decisión del segundo? ¿Cómo bato línea rival y en qué lugar? ¿Cuándo arriesgo la pérdida de la pelota y en qué situación?

La pelota … ah, la pelota. Fantástico objeto caprichoso cuya naturaleza esférica define el carácter azaroso del fútbol. Una posible salida es exponerla al destino en el primer movimiento y tratar de ordenar piezas a partir de la situación de tablero resultante en posiciones más alejadas de la guarida del rey.Un sacrificio real en busca de un peligro sosegado, un brindis al sol en noches cálidas de luna llena, un ofrecimiento al rival con papel celofán. Un gambito de dama sin peones que chamuscar en la hoguera.

Otra posible salida es exponer la pelota al mayor número de caras conocidas, poniendo el acento en crear espacios y generar movimientos que habiliten líneas de pase y obligar al rival a tomar decisiones a lo largo de todo el tablero. El destino se expone desde nuestra propia guarida en torno a la pelota, persiguiendo la amplitud por fuera y las opciones por dentro, y ordenando las piezas en posiciones más cercanas a nuestro rey. Es la salida “lavolpiana”.

Ricardo La Volpe
Ricardo La Volpe

 

La salida lavolpiana y su problemática

Esta salida de balón debe su denominación popular al inefable Ricardo La Volpe, entrenador argentino que ha escrito las líneas más exitosas de su carrera en Méjico. Sobre el campo, supone abrir a los centrales a los costados y adelantar a los laterales al menos a la divisoria, retrasando la posición del medio centro, responsable del primer pase y de conformar un triángulo con los primeros. El propósito de tan arriesgados movimientos en torno a la pelota es dotar a la fase ofensiva de amplitud al tiempo que facilitar a los interiores la labor de generar líneas de recepción del primer pase y habilitar la zona de aceleración con el segundo y sucesivos pases.

Como decíamos al presentarla mediante la metáfora ajedrecística, el mayor inconveniente que presenta es, una vez desarrollados los mecanismos transitivos para la eventual pérdida no deseada, el posicionamiento de piezas clave un paso por detrás de su ubicación natural; esencialmente, el medio centro y el / los interiores. La salida “lavolpiana” requiere retrasar algunos pies al escalón inferior para impulsar mejor la escalada, antes que afrontar con un salto frontal un desnivel que sólo intuimos.



Los problemas de desarrollo de esta salida de balón en la Liga española deben entenderse en el contexto en que aquella devino exitosa. El fútbol americano barniza las casillas de sus tableros con brocha gorda, pero más atento al detalle del perfil que a la tonalidad de color escogida. El factor espacio es casi tan laxo como el tiempo y la amplitud es una cuestión de debate periférico, y no de principios. En este marco, La Volpe creó su escuela.

Tratar de hacerla viable y explicativa de ventajas en la élite europea es una tarea ardua y ambiciosa, bella por estética y cargada de contenido. Propia de técnicos transidos de progreso, capaces de afrontar desafíos,  necesitados de nuevos retos, aventureros, intrépidos, intelectualmente inquietos, por naturaleza inconformistas. Propia de “lavolpianos”.

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