En Instituto Fútbol hemos querido daros un regalo por estar con nosotros estos primeros meses de página web y os traemos de la mano un trabajo especial sobre la figura de Marcelo Bielsa. Al técnico argentino se le ha estudiado desde muchos prismas, aunque más por temática de filosofía de vida y entrenamientos que por lo que os trae Álex Couto aquí: un análisis táctico de sus primeros equipos, el germen de todo lo que ha venido después.
¡Disfruten!
Sumario
Marcelo Bielsa
PRÓLOGO
Abordar la figura de Marcelo Bielsa es embarcarse en una aventura que obliga a ejercer un trabajo del volumen y de la dedicación que el mismo protagonista habría realizado en su cometido habitual. Bielsa es el dueño del detalle y para alcanzar dicho detalle es capaz de visionar cientos de partidos de fútbol, dividirlos en períodos de cinco minutos y diseccionar, deconstruir o desestructurar cada acción, cada momento y cada circunstancia para encontrarle una explicación lógica y posteriormente llevarla a la práctica.
No es esta la capacidad principal de quien escribe ni este un trabajo que pudiese absorber tal cantidad de contenidos. El objetivo principal es determinar las características fundamentales, los principios básicos a través de los cuales los equipos de Marcelo Bielsa desarrollaron su fútbol y se confrontaron con el éxito. Un paseo por su trayectoria como entrenador que inició en su alma mater, Newell’s Old Boys y que fue definiendo su caminar a través de estaciones como Atlas de Guadalajara, América de México, Vélez Sarfield, Espanyol de Barcelona, las Selecciones Nacionales de Argentina y Chile para consolidar su camino en el Athletic de Bilbao y confirmar su legado en la liga francesa, principalmente en Olympique de Marsella y actualmente en el OSC Lille.
La larga y fructífera carrera de Marcelo Bielsa, en la que ha puesto de manifiesto lo más categórico del fútbol desde la concepción del juego, vamos a analizarla a través del fútbol desarrollado en sus inicios, donde se asentaron los fundamentos básicos que ha explotado posteriormente en su salto al fútbol de selecciones y al fútbol europeo. Intentaremos dejar claro el principio fundamental que él defiende y que una gran cantidad de entrenadores comparte: “Si en la calle jugábamos para atacar y cuando perdíamos la pelota, todos trabajábamos para recuperarla lo más pronto posible para seguir atacando, en el fútbol profesional se mantiene el mismo principio”. Por lo tanto, en su origen, valoraremos sus criterios estratégicos y la manifestación táctica de los equipos en los que inició su propuesta filosófica y cómo la fue aderezando de argumentos para consolidarla como una línea de intervención reconocible y demostrable a través de la competitividad y el éxito.
Esta Génesis abarcará desde su llegada al banquillo de Newell’s Old Boys, dónde analizaremos sus particularidades en el desarrollo del entrenamiento y su posterior puesta en acción en el terreno de juego, confirmando con su propuesta la consecución de la liga argentina y la participación en una final de la Copa Libertadores hasta su desarrollo en Vélez Sarfield de Buenos Aires, donde logrará la consecución de otro título liguero. En el medio haremos mención del valor añadido generado en el fútbol mexicano y que le serviría para ser considerado no solo un entrenador de primer nivel, sino un formador en toda regla.
Sobre Bielsa se ha escrito muchísimo, y lo que todavía queda por escribirse será mucho más pero este texto solo ahondará en aspectos técnicos del juego y en todas aquellas circunstancias que de una manera directa o indirecta pudiese tener relevancia en la puesta en acción del fútbol, tanto en términos de dirección de grupo, como de metodología del entrenamiento, tratando de servir de referencia para todo aquel que quiera profundizar en la figura y contenidos de tal excelso productor de complejidad futbolística.
Valorar su persona, su representatividad, sus manías y sus polémicas no entra dentro de los objetivos de este proceso de análisis, a pesar de que pudiera ampliar y constatar muchas de las circunstancias que han ido aparejadas directamente a su figura. Sobre eso hay un volumen de información tremendamente amplio; libros, artículos de prensa, vídeos y conferencias de prensa que ilustrarían más y mejor que cualquier aporte que yo pudiese escribir sobre la figura diversa y contundente de este entrenador de fútbol.
[su_note note_color=»#ffeaa6″ radius=»19″]Podéis leer un compendio de sus mejores frases en FRASES DE MARCELO BIELSA [/su_note]
Si logro extraer una mínima parte de su inmensa productividad y consigo convencer a un solo lector sobre la dinámica, didáctica y difusión futbolística de alguien tan profundo como Marcelo Bielsa, me daré por satisfecho.
Soy consciente de la inmensa responsabilidad que conlleva analizar a quien seguramente sea el analista más concienzudo del fútbol moderno, espero poder presentarles las pinceladas básicas de cada etapa para dejar constancia de sus globalidades aderezadas de las particularidades propias de cada equipo en el que ha dejado su impronta.
Génesis
Marcelo Bielsa en Newell’s Old Boys
Cuando Marcelo Alberto Bielsa se dijo a sí mismo que dejaba de jugar al fútbol para tratar de entrenar, lo primero que hizo fue estudiar preparación física. Su punto de partida sería su casa, Newell’s Old Boys y su iniciación tuvo la fortuna de ser supervisada por un grande de la docencia y la difusión futbolística, Jorge Griffa, quien como jugador había tenido una larga carrera en el propio Newell’s Old Boys y posteriormente en el Atlético de Madrid y el Espanyol de Barcelona entre otros.
A él se dirigió Bielsa cuando sintió la llamada del banquillo y fue Griffa quien frenó su entusiasmo, llevándolo a iniciarse desde abajo, aprendiendo a percibir el talento, a comprender la evolución de las complicaciones de juego con personas con sus propias idiosincrasias, sus propios anhelos y expectativas. Así, antes de iniciarse como entrenador profesional, Bielsa se convertiría en formador de futbolistas, teniendo no solo la responsabilidad de sacar rendimiento a jugadores que deberían ir creciendo con él, sino dotándolos de los argumentos futbolísticos y no futbolísticos necesarios y suficientes para la competición.
Desde el proceso de selección hasta la culminación de una planificación estratégica, hasta llegar a la competición propiamente dicha, Bielsa fue absorbiendo conocimiento en cada fase de su propio proceso de aprendizaje, consolidando dos de los elementos que lo harán único: la capacidad innata que tiene para comunicarse y transmitir el fútbol desde la palabra y la capacidad innata para trabajar sin descanso en todas y cada una de las facetas que él considera importantes en el fútbol, facilitándole el método para analizar, determinar, puntualizar y concretar las bases fundamentales en las que definirá su obra.
Para ello contaría con la ayuda del personal de Newell’s, de la gente cercana al club y de todos aquellos que fueron comprendiendo la complejidad de su manera de entender la vida. La señora del kiosko, los chupetines, el propio secretario técnico del club, Griffa, todos ellos forman parte del elenco de formadores que permitieron a Bielsa ser formado para ser formador y posteriormente un entrenador orientado hacia la competición.
Marcelo Bielsa no solo tuvo que entrenar jugadores que pasaron por sus manos de la niñez a la inmediata madurez competitiva, Bielsa viajó a lo largo y ancho de Argentina, en condiciones de aventura para encontrar el talento natural de cada zona del país y adaptarlo a la realidad de Newell’s Old Boys. Bielsa, junto sus aliados en la entidad roja y negra, dividiría el país en diferentes zonas de exploración y buscaría la forma de organizar partidos, sesiones de entrenamiento, y protocolos de captación de jóvenes talentos para descubrir jugadores de fútbol escondidos en los cuerpos de niños de toda clase y condición. Y así, conociendo sus orígenes, sus familias, las vicisitudes de sus propias vidas, conviviendo con ellos en las duras sesiones de entrenamiento, fue forjando individualidades que acabarían por conformar los elementos fundamentales de un consenso de sentimientos y conceptos futbolísticos.
El técnico argentino estaba construyendo un equipo ganador en el que los elementos que lo configurarían habrían absorbido su propia concepción futbolística desde su formación hasta su culminación como deportista profesional apto para jugar al más alto nivel. Así, mientras Bielsa crecía como entrenador, junto a él fueron germinando las figuras de los futuros protagonistas de las gestas del club, nombres como Gamboa, Raggio, Pochettino, Berizzo, Stachiotti, Darío Franco, Garfagnoli, Lunari, Roldán, D’Agostinho, Berti, Domizzi, Ruffini Batistuta, Balbo y otros que conformaron la gran legión de futbolistas que, salvo los dos últimos, definirían el estilo del equipo leproso a inicio de la década de los 90.
La dirección de Newell’s Old Boys otorgó a Marcelo Bielsa la responsabilidad de sustituir a una referencia en los banquillos del fútbol argentino y un ganador en el equipo rosarino, como era José Yudica, quien había ganado la liga y había disputado la final de la Copa Libertadores de 1988, desarrollando una filosofía de fútbol basada en la puesta en acción de jóvenes valores formados en la entidad, bajo la tutela del maestro Griffa. Fue este quien fue dirigiendo los ímpetus del joven Marcelo para que aprendiese no solo los conceptos básicos que habilitan a un entrenador a desarrollar su actividad, sino que se empapase de todas las disciplinas y experiencias que le permitirían liderar a un grupo para competir con el objetivo de ganar. Y fue de esta manera, creciendo desde abajo y convenciendo a jóvenes futbolistas de sus capacitaciones, como Bielsa dio el salto para asumir la responsabilidad de encabezar las huestes de su equipo de siempre.
Pero Bielsa tendría que pasar el primer filtro como entrenador del equipo profesional al tener que ensamblar un grupo formado por jugadores debutantes y muy jóvenes con el grupo de futbolistas veteranos que aún permanecían en el plantel, a pesar de la continua sangría que sufría el equipo cada final de temporada, perdiendo sus mejores valores que pasarían a engrosar las filas de los equipos grandes de la capital.
Junto a sus pretorianos formados en las canchas de barro de la ciudad deportiva de Newell’s, habría que dirigir a los ya contrastados futbolistas que completarían la terna que debería liderar. Jugadores como Fullana, Scoponi, Zamora, Martino, Sáez, Llop, Saldanha o el recién incorporado en esa temporada Ariel Eduardo Boldrini.
Y su mensaje fue claro, tanto desde la palabra como desde el ejemplo. Y todos entendieron que para jugar y ser protagonista del juego primero habría que asumir una forma de entrenar para posteriormente desarrollar lo entrenado en el momento crucial del partido. Y dentro de esa forma de entrenar, había un elemento innegociable: la velocidad, y con la velocidad se incorporaba la entrega y el compromiso.
La velocidad era una referencia tanto desde la perspectiva ofensiva como defensiva. Había que atacar rápido para sacar provecho de los espacios libres, creados, ocupados y aprovechados. Había que atacar rápido para sacar provecho del desorden provocado por la propia movilidad ofensiva de los propios jugadores de Newell’s. La velocidad mental para entender y percibir los momentos en los que las jugadas se definían. Velocidad para ordenarse tras el desorden ofensivo y buscar la recuperación de la pelota a través del esfuerzo. Un esfuerzo dirigido hacia el balón y un esfuerzo dirigido hacia la posición defensiva de base. Esfuerzo que llevaba implícito un compromiso con uno mismo, un compromiso con los compañeros de línea y un compromiso con el equipo en su conjunto. Un compromiso que era entrenable.
Y así, definiendo los valores básicos, las bases sobre las que se iban a asentar los rasgos definitorios del equipo, Bielsa logró la primera cohesión grupal. Para competir hay que ser veloces, para ser veloces hay que correr. Correr es algo innato al juego, por lo que se corre en los entrenamientos para luego correr adecuadamente en los partidos. Y esto lo llegó a entender hasta el Tata Martino. Y si lo entendió Martino, tendrían que entenderlo todos.
De esta forma, desde una base sencilla, se fue construyendo el edificio complejo del juego en el que cimentaría su éxito el Newell’s Old Boys de Marcelo Bielsa.
Marcelo Bielsa en su primera aventura como entrenador profesional contó con una gran ventaja: no tendría que convencer de su modo de trabajar a gran parte de la plantilla porque con él subieron al primer equipo un porcentaje elevado de la misma que lo conocía desde niños. Fueron los profesionales quienes debieron comprender el mensaje y estar disponibles a realizar la tarea bajo la tutela del nuevo entrenador y ahí Marcelo Bielsa inició su apostolado.
Predicar su mensaje partía de un punto de inicio clave, conocer a sus pupilos y que estos lo conocieran a él. Para ello, Bielsa desarrolló un proceso de comunicación en el que no solo debía explicar qué esperaba de cada jugador, sino qué pretendía de cada uno de ellos en función de las características que ellos podían ofrecer al equipo.
Marcelo Bielsa comprendió que el jugador necesita información selectiva, información capaz de hacerle entender su cometido unívoco dentro del contexto general del grupo sin obligarse a tratar de entender conceptos complejos que se alejan de sus capacidades potenciales. Bielsa supo entender la parcela sistémica del juego desde su inicio. Un equipo es un todo conformado por piezas que conectadas entre sí genera un valor superior que cada una por separado.
Descomprimiendo la complejidad
El aspecto holístico estaba claro pero es que cada pieza del sistema era una persona, una complejidad en sí misma, un sistema particular, nuevo, exclusivo, formado por subsistemas con los que habría que negociar. Un jugador tiene un sistema nervioso central, un sistema locomotor, un sistema respiratorio, un sistema endocrino. Un ser humano tiene nombre y apellidos, tiene expectativas, ilusiones, miedos y limitaciones con las que hay que trabajar. Marcelo Bielsa contempló el punto de partida como una manera de conocer al futbolista al punto de resetearle su capacidad competitiva, vaciarlo de contenido para volverlo a llenar con los contenidos que a él le interesaban para que desarrollase el fútbol que se adaptase al modo en que el propio entrenador entendía el juego y la competición.
Bielsa incidirá en el sistema locomotor, trabajando protocolos que incrementasen las posibilidades de movimiento a la máxima velocidad adaptada al juego propuesto, tanto en el ámbito defensivo como ofensivo.
Bielsa influirá en el sistema endocrino y nervioso, activando los resortes en los que los futbolistas saquen a relucir su mejor versión, asumiendo condiciones de estrés, situaciones de aprendizaje que los mueva de su zona de confort y generando la segregación de neurotransmisores que le provoquen adaptabilidad a la alta exigencia que él impone, independientemente del impacto que él pueda provocar en cada uno de sus discípulos.
Bielsa estudia a sus piezas y las combina, exigiendo un espacio común para todos y un espacio particular para cada uno de ellos. En el espacio común lanza el mensaje colectivo, la concienciación de equipo, el espíritu de pertenencia, el dar a cambio de gloria, el sentir a cambio de plenitud. En el espacio individual lanza el reto, invita a la investigación del jugador como deportista y como persona, le solicita dar su mejor versión cada día y acostumbrarse a ello, le marca para ser averso al error.
Bielsa juega sus cartas conocedor del inmenso impacto emocional que causa en sus futbolistas. En el futuro no será extraño oír a alguno de ellos que trabajar con él les provocaba miedo, miedo a fallar, miedo a fallarle, miedo a fallarse a sí mismo. Bielsa lleva a sus jugadores al límite de lo que hasta el momento los jugadores estaban acostumbrados.
El minimalismo como clave en su metodología
Y para ello desarrolla una metodología de entrenamiento en la que el detalle, el minimalismo es sello de identidad. Marcelo Bielsa y su equipo de trabajo divide el campo por zonas de tarea, en cada una desarrollará de manera analítica los movimientos que él ha estimado implementar de los principios fundamentales de su juego que cree importantes, tanto para combatir al rival como para contrarrestarlo.
Bielsa piensa en sí mismo como equipo, imaginando, abstrayendo el juego hacia elementos unitarios de actividad que repetirá hasta que salgan como él quiere, sin importarle cuanto tiempo tarde en desarrollarlo o lo divertido o aburrido que pueda llegar a ser para el jugador. Esos movimientos individualizados por posición y espacio de juego los irá concatenando hasta desarrollar el juego de conjunto que aparentemente desea para confrontar a sus rivales.
Nuevamente nos encontramos con la doble utilidad del proceso. Por un lado, la actividad centrada en el individuo que debe aprender movimientos en los que adaptar sus talentos y ejecutar con corrección dentro de ese marco biomecánico y por otro, la interrelación de los jugadores que forman parte del grupo, es decir, los jugadores que por posiciones jugaran cerca por puesto, por línea o por franja de juego.
De esta manera, se inventa ejercicios que representan movimientos de jugadores de diferentes líneas que participan en áreas similares y repetirá dichos movimientos hasta que se mecanicen y se asimilen dentro de un contexto que él explica desde un lenguaje sencillo, con una didáctica muy cercana y accesible al jugador.
En estos ejercicios, prima la ejecución técnica para posteriormente, utilizando la técnica como base fundamental del juego, abrir las posibilidades tácticas para que el jugador ejecute lo que el entrenador ordena.
El jugador, en un principio, es un mero ejecutante, un aparente sujeto pasivo que debe aprender la lección impartida por su maestro, limitando el error de ejecución a cero y asumiendo los movimientos que le vienen dados. Será en la manifestación global del juego, sin y con oposición cuando el jugador empiece a comprender por dónde lo quiere llevar su entrenador, mientras, ha de confiar, ejecutar y no errar.
Y aquí radica otra de las grandes manifestaciones que llevan a Bielsa a ser ese loco que contrasta con lo conocido hasta el momento. El liderazgo que ejerce, la influencia en la relación directa con el jugador, el impacto que crea en su entendimiento del juego y la manera de llevarlo de la mano a través de la oscuridad en la que les invita a entrar, hace que el entrenador sea fundamental en el transitar de los jugadores en el juego.
Bielsa se convierte en el conocedor de la solución que permitirá al jugador llegar al puerto en el que podrá ver la luz y entender que su talento tiene sentido dentro de un orden que aún desconoce pero que su líder le llegará a explicar, con tiempo pero sobre todo con confianza, con la confianza que es necesaria que el jugador le regale para que lo guíe hacia un lugar seguro, aquel en el que el jugador puede rendir y sentirse importante, además de útil.
De ahí, que los entrenamientos tan particulares en los que Bielsa se implica de manera total, lleven al jugador a estar alerta, con los cinco sentidos y aprendiendo constantemente un paralenguaje que le resultará fundamental para ir guiándose a lo largo del inmenso mapa de vericuetos estratégicos que les obligará a aprender para que ellos posteriormente le den un sentido táctico a través de la ejecución ejemplar de su técnica a una velocidad superior a la acostumbrada para convertir lo excepcional en rutina y permitirles evolucionar a un nivel superior al que les va a exigir la competición.
Es por ello que muchas veces, el nivel de exigencia de muchas competencias en el entrenamiento serán mayores que las que encontrarán en la máxima competición, haciendo de la exigencia costumbre y por costumbre, convertir la autoexigencia en norma.
Marcelo Bielsa entrena fútbol pero para poder realizarlo debe entrenar futbolistas y para entenderlos deberá conocerlos para poder llegar a llevarlos por los caminos tan intrincados por los que pretende transitar. Para conocer futbolistas necesita conocer seres humanos y ahí empieza su maestría.
Bielsa transita desde lo analítico a lo grupal y desde lo grupal hacia la concepción de equipo. Va de las partes al todo, centrando su actividad en el desarrollo individual del jugador como persona, activando todos sus sistemas para hacerlos abiertos, es decir, que interactúen con el entorno competitivo en el que debe manifestarse, hacerlos dinámicos para que crezca en el tiempo, no lineal, para que perciban que al final lo logrado será mucho más que lo que aparentemente parecen lograr y finalmente complejo, es decir, que no serán capaces de interpretar lo logrado hasta que lo hagan bien y con el acierto adecuado en el momento oportuno.
Desde esta activación individual en lo biomecánico, condicional, técnico y estratégico, llevará a los jugadores a tomar conciencia de grupo con las asociaciones puntuales por razón de puesto y área de influencia para finalmente organizar todo el compendio de relaciones a confrontar con el adversario, como modo de expresión del equipo. Lo innato del jugador va acomodándose a una línea de actuación que pasa a ser dirigida para ser finalmente transformada en rendimiento dentro de un contexto colectivo. Y si alguna pieza falla, encontrar respuestas correctoras del resto de piezas para que el compendio global de relaciones emergentes tras el error no llegue a condicionar el resultado final del equipo.
Bielsa parte de lo sencillo para encontrar lo complejo y lleva al jugador por caminos sencillos para posteriormente invitarlo a explorar relaciones que se irán complicando a medida que vayan aumentando el número de participantes para culminar con el juego de oposición contra un adversario, la máxima complejidad.
Y es en este aspecto, la confrontación en donde Bielsa experimenta con sus jugadores en los entrenamientos, contemplando, a su juicio, que todo lo que ocurre a escala en un cinco para cinco, puede manifestarse y extrapolarse finalmente en un once contra once. Bielsa estudia a los suyos para hacer suyo su talento individual y transformarlo en rendimiento y con la dinámica del tiempo, desembocar en un talento colectivo.
Elementos fundamentales para Marcelo Bielsa
Desde el punto de vista de la TÉCNICA DEFENSIVA, Bielsa exige la máxima capacitación en la temporización y la entrada, en el despeje con el pie y con la cabeza, en la anticipación y la velocidad de intervención, en el acoso y la persecución para la interceptación. Bielsa desarrolla ejercicios pormenorizados en los que trabaja individualizadamente todos estos aspectos para incorporarlos posteriormente al proceso estratégico del grupo y de este modo, invitar al jugador a que incida en la táctica a implementar por su parte en el terreno de juego.
Desde el punto de vista de la TÉCNICA OFENSIVA, Bielsa le da importancia máxima al pase y al control como elemento básico de comunicación. Pero no se olvida de la capacidad individual del jugador para con el oponente, por lo que centra la atención en el regate y la acción posterior. El tiro y el remate de cabeza son la culminación de la jugada, la que le hará llegar al éxito final desde el individuo hacia el grupo y desde el grupo nuevamente hacia el individuo que tiene el privilegio de culminar la acción determinante.
Los ejercicios analíticos de corte técnico son la primera fase para llevar al jugador al trabajo colectivo, es decir, a la aplicación práctica de la estrategia, la TÁCTICA. Igualmente que antes, hablaremos del ámbito defensivo y ofensivo.
La táctica para Marcelo Bielsa
Desde la perspectiva DEFENSIVA:
Aquí Bielsa le da especial relevancia a los ejercicios reducidos de marcaje y desmarque. La marca hombre a hombre y la gestión de la marca del espacio y de los hombres que invaden ese espacio a lo largo de la jugada. Gracias a este tipo de tareas en las que Bielsa enseña a sus pupilos el arte de marcar, los inicia igualmente en el arte de defender, diferenciando el principio táctico “marcaje” del concepto global “defensa”. Y es a través de estos ejercicios analíticos como consigue que el jugador aprenda los caminos para interpretar posteriormente las diferentes defensas a aplicar.
Bielsa enseña a marcar hombre a hombre para provocar contextos en los que el jugador domine el duelo con su adversario en aquellas circunstancias que Bielsa prevé y que le transfiere al jugador mediante ejercicios específicos. Pero al incorporarle el espacio, Bielsa enseña al jugador a defender al adversario que entra en un espacio específico, su puesto y a abandonar la marca cuando este jugador abandone precisamente ese espacio que conforma su puesto.
Bielsa prepara a sus jugadores para entender la defensa en zona. Pero además, inicia un proceso todavía más complejo, Bielsa invita a los jugadores a ejercer el marcaje en un espacio delimitado a partir de un momento determinado pero en vez de abandonar la marca cuando el jugador se marcha de esa posición, le obliga al marcador a seguirlo hasta la finalización de la jugada.
Y sabemos que Bielsa defiende para poder atacar, por lo que la jugada se entenderá finalizada cuando la pelota se recupera. De esta manera, Marcelo Bielsa, de un modo analítico progresivo prepara a sus jugadores para el ejercicio de una defensa mixta.
Ante esta situación, a media que el jugador desarrolla ejercicios más amplios y dinámicos, va abordando conceptos globales que posteriormente deberá desarrollar en el ámbito de la competición, es decir, dentro de un posicionamiento defensivo específico, es decir, a partir de qué momento y en qué lugar del terreno de juego se iniciará el protocolo defensivo de carácter colectivo y global y además, determinará el momento a partir del cual se implicarán colectivamente en la consecución del objetivo defensivo determinante en su concepción defensiva global.
De las partes al todo. Es por ello que el trabajo metodológico que ofrece Bielsa a sus jugadores es tan invasivo, tan pormenorizadamente específico y tan descontextualizado. Para que cada jugador se especialice en sus movimientos, dominando el arte de la ejecución para posteriormente aplicarla en el momento preciso, en el lugar adecuado, en coordinación con el resto de sus compañeros.
El jugador al sentir que evoluciona en este complejo camino, comprende que aprende y en el momento que percibe el aprendizaje y la importancia de su aplicación, se implica en el proyecto como persona y se implica en el proyecto de su líder como maestro de ceremonias. Bielsa es genio por esto, por haber sabido diseccionar todo este proceso para convertirlo en la sustancia básica de su método.
Desde la perspectiva OFENSIVA:
Ofensivamente, Marcelo Bielsa es un obseso de la movilidad y de la velocidad de ejecución de los gestos técnicos que permitirán la velocidad colectiva del juego.
En sus ejercicios de base en los entrenamientos tendrán especial relevancia las ruedas de pase acompañadas de movimientos específicos de creación, ocupación y aprovechamiento de espacios libres. Iniciará los ejercicios sin oposición, obligando a sus jugadores a hacer abstracciones de cada situación para posteriormente poner opositores en inferioridad numérica para facilitar el aprendizaje y finalmente en igualdad para que el jugador asimile las experiencias en el sector del terreno de juego en el que deberá aplicarse como parte del equipo.
Control y pase es la fuente básica de comunicación, el error en el pase o en el control implica perder el balón, elemento que determina el ataque. La pérdida del balón obliga a su pronta recuperación en el lugar determinado de antemano, (posicionamiento defensivo, como dijimos anteriormente). Cuántas menos pérdidas, menos necesidad de recuperación, por lo que el error dejará de formar parte del libreto de cada jugador desde la perspectiva individual, para desterrarlo del protocolo táctico colectivo.
Es por ello que Bielsa será averso al error en el entrenamiento para que este tampoco se produzca en el partido, por costumbre. Acepta el error inducido por el rival pero nunca el error individual por una mala ejecución, por ahí, Bielsa se convertirá en un ser tremendamente exigente, tanto como lo es consigo mismo.
En la relación control-pase nace toda la fuente de comunicaciones grupales del equipo. Cómo sea esa relación de control-pase, será el juego colectivo del equipo. Y Bielsa, que en principio desarrolla esta faceta de manera analítica, la irá complicando incorporando líneas y flancos, es decir, incorporando un elemento fundamental en el juego del fútbol, la direccionalidad. Se ataca hacia la portería rival, por lo que habrá que preocuparse de crear, ocupar y aprovechar espacios que nos acerquen a la portería rival y cuanto antes se llegue mejor porque supondrá desordenar al rival, a través del desorden propio.
El equipo se rompe para construir y se ordena para destruir, esa premisa marca la filosofía de trabajo colectivo del equipo. Es por esta circunstancia que la verticalidad se convertirá en otro elemento definitorio, marcado principalmente por las características de los jugadores que componen el equipo.
La movilidad conformada por los desmarques y los apoyos, la velocidad de circulación del balón, la verticalidad y la coordinación de las líneas que alternarán el juego en corto o largo en función de los movimientos de los jugadores que se desplacen por delante del balón y en relación a la defensa a combatir, serán las principales armas ofensivas de Newell’s Old Boys a lo largo del campeonato.
Una vez establecida la base colectiva, Bielsa afronta con mucha diligencia las capacitaciones individuales de sus jugadores, siendo consciente de que no puede coartar su propia naturaleza. Por tanto, a la par que determina la fuente principal de juego colectivo, establece aquellos lugares determinantes en los que el jugador deberá aportar su talento individual, generando situaciones de entrenamiento, desde lo analítico hacia lo global en donde el jugador manifieste el regate, el tiro y el remate de cabeza, definiendo para esto los espacios que él considera más importantes y delegando en sus jugadores la ocupación de los mismos en función de cada momento y cada circunstancia del juego.
El mapa está definido. Los jugadores saben lo que se espera de ellos, el entrenador conoce las particularidades de cada uno y ha comunicado lo que les exige.
Cómo compite Newell’s Old Boys
ESTRUCTURA DEFENSIVA:
[su_note note_color=»#ffeaa6″ radius=»19″]Formación habitual: 1-4-4-2.
Tipo de defensa: Preferentemente Mixta.
Posicionamiento defensivo: Replegado. En propio campo.
Objetivo defensivo: Robar el balón para volver al ataque.[/su_note]
Desarrollo:
Newell’s Old Boys tiene un punto de partida defensivo en su propio campo. Mientras el rival no introduce el balón en el espacio defensivo determinante, el equipo manifiesta una defensa en zona, partiendo de una distribución espacial de 1-4-4-2. En el momento en el que el balón entra en propio campo se activa de manera global el objetivo defensivo, “robar el balón”, a partir de ese momento el jugador más cercano interviene sobre el poseedor y se desarrollan los emparejamientos, ajustando los marcajes más o menos elásticos/rígidos en función de la cercanía del balón y los jugadores protagonistas, quedando Gamboa como jugador corrector, es decir, hombre libre, sin ninguna marca asignada.
Por momentos y si la jugada se presenta en el centro del campo, esa función correctora podría ser asumida por Llop, quien ejerce de medio centro más definido en la posición, mientras que Martino es un mediocentro con mayor tendencia al ataque y quien toma al mediocentro defensivo del equipo adversario.
El papel de Gamboa es muy importante, en tanto en cuanto ejercerá de hombre libre pero además con la particularidad de estar vigilante de un espacio que por momentos queda libre, por las características del jugador que lo ocupa.
El lateral derecho, dada la tendencia de Sandanha a incorporarse al ataque, por momentos queda libre, debido a que el jugador necesita tiempo para recuperar su posición y en determinadas jugadas no llega en el momento oportuno a desempeñar sus compromisos defensivos en su espacio, por lo que Gamboa ocupa su lugar y la apariencia es de una defensa de tres, con Gamboa en la derecha, Pochettino en el centro y Berizzo en la izquierda, pero es como consecuencia de una responsabilidad ofensiva de Saldanha que tiene licencia para asumir ese nivel de riesgo.
El jugador no abandonará su marca hasta la finalización de la jugada, bien por tiro o remate del adversario, bien porque se recupera la pelota para iniciar el ataque. Esta circunstancia provocará que por momentos los jugadores acaben ocupando posiciones no habituales en el terreno de juego, lo que obligará a una reorganización, sobre todo cuando se recupera la pelota.
Los principios fundamentales de marcaje, fuerza de intervención, ritmo defensivo intenso e identificación de espacios relevantes para ejercer mayor o menor presión colectiva son elementos fundamentales sobre los que Bielsa desarrolla potenciales entrenamientos específicos para que posteriormente se manifiesten claramente en el momento de la competición. Las acciones técnicas defensivas de despeje, entrada o interceptación fundamentan el trabajo de carácter táctico.
Por líneas, el trabajo de los delanteros se inicia orientando la salida ofensiva del equipo rival, invitándoles a ir por espacios que Newell’s Old Boys considera importantes para su estrategia y reduciendo las posibilidades de circular por otros que podrían resultarles más cómodos. Generalmente cierran el centro y ofrecen las bandas. Si son superados por la línea del balón, siguen a su marca si esta se incorpora al ataque o se reutilizan, desarrollando acciones de dos para uno si están cerca del poseedor del balón, si están alejados cierran espacios evitando que el rival juegue hacia atrás y permanecerán en vigilancia, pendiente del posterior desarrollo ofensivo.
La segunda línea formada por cuatro jugadores, generalmente Franco en la izquierda, Llop y Martino en el medio y Zamora en la derecha, basculan sobre la situación del balón, interviniendo el más cercano con temporización, cerrando el espacio entre balón y portería y ofreciendo el lado más ventajoso para el proceso defensivo, a partir de que el balón entra en campo propio se activan los marcajes hombre a hombre, siendo más o menos rígidos en función de la cercanía del balón. Esa elasticidad/rigidez facilitará que por momentos jugadores sin rivales a quien marcar puedan ofrecer ayudas defensivas.
La última línea está definida por dos marcadores de punta en la derecha y la izquierda, Saldanha y Berizzo, con un marcador central, Pochettino y un hombre libre como es Gamboa. Las marcas de esta última línea siempre serán rígidas y con niveles de fuerza de intervención considerables en las acciones de duelo, con ritmos elevados de participación.
En las acciones a balón parado suelen elegir una defensa combinada, es decir, entre dos o tres jugadores defendiendo espacios relevantes, un delantero desentendido de la acción y el resto ejecutando marcajes hombre a hombre. Aquí Bielsa trabaja de manera muy específica los despejes, principalmente de cabeza, desarrollando ejercicios analíticos muy concretos.
Finalmente, la reorganización ofensiva cuando se recupera la pelota obliga a llevar el balón a zonas de seguridad para no perder la posesión y poder posteriormente desarrollar los ataques o contraataques según se estime oportuno, apareciendo jugadores en zonas no habituales como consecuencia del trabajo defensivo previo. Esta circunstancia no es óbice para que todos conozcan los protocolos de iniciación y adapten sus particularidades a esta circunstancia.
Organización espacial a nivel defensivo:
VIDEO PROPIO 1 (PRÓXIMAMENTE)
ESTRUCTURA OFENSIVA:
[su_note note_color=»#ffeaa6″ radius=»19″]Formación: 1-4-4-2 habitualmente en rombo que se rompe en el momento en que se inicia el ataque o contragolpe por encontrarse jugadores en espacios no habituales, debido al tipo de defensa elegido.
Distribución: Buscando la máxima amplitud posible para disponer de espacios interiores y exteriores. Búsqueda de mayor progresión de los delanteros para buscar profundidad inmediata y la posibilidad de activar la verticalidad en el juego.
Tipo de ataque: Alternancia del juego corto y del juego largo.
Objetivo del ataque: Potenciar la verticalidad para llegar a la portería adversaria en el menor tiempo posible.[/su_note]
Desarrollos:
En Newells prima la verticalidad por definición estratégica, es decir, Bielsa provoca que su equipo sea vertical por premisa de partida. Se busca jugar ganando metros y superando líneas, si puede ser con un pase no se buscan dos y así sucesivamente, de ahí la alternancia del juego corto y largo, buscando acomodar cada jugada a cada circunstancia propia y defensiva del rival.
La aparición en zonas no habituales de los partícipes no es un problema para el inicio de la jugada, buscando circular el balón y hacerlo llegar a los principales distribuidores, Berizzo como lanzador desde la primera línea, Llop como enlace con los centrocampistas y principalmente Martino como el organizador del juego.
En los flancos, Zamora es un excelente jugador a nivel técnico que busca la colaboración y la colectivización, sin perder opción de actuar forzando unos contra unos cuando sea pertinente, en ese mismo flanco, las llegadas sorpresivas de Saldanha le facilitará a Zamora jugar más hacia adentro sin ningún tipo de problemas, generando superioridades posicionales en la creación del juego de combinación cuando sea necesario.
En el flanco izquierdo, Darío Franco es un jugador de enorme potencial físico, llegando en carrera y sorpresivamente desde segunda línea y no siendo tan participativo en el juego de combinación. Boldrini y Ruffini son dos delanteros de brega y remate, estarán siempre pendientes de los envíos en largo para aprovechar las espaldas de sus oponentes o el duelo aéreo para facilitar el balón en segundas jugadas a sus compañeros de segunda línea. Son jugadores que necesitan que les envíen el balón, no participan en demasía en el desarrollo del juego colectivo.
La finalización del ataque se produce con muchos efectivos, generalmente los dos delanteros llegando al área, con la presencia del interior del lado contrario al que se centra. Martino suele quedarse en la frontal, salvo cuando por su posición, puede llegar sorpresivamente al remate.
Es muy habitual la finalización por tiro lejano, principalmente de Franco, Martino y Zamora.
El juego de conjunto no es espectacular pero busca la eficiencia, es decir, que cada uno haga lo que debe y está estipulado en el marco estratégico, para alcanzar eficacia, es decir llegar a conseguir lo que se pretende en cada jugada. Máxima eficacia=GOL.
En relación a las acciones de balón parado, Martino es el principal lanzador de tiros libres. Los saques de esquina suelen ser responsabilidad de Zamora o Martino. Las faltas laterales en la izquierda las asume generalmente Berizzo y en la derecha Zamora o Saldanha.
Para las acciones en el área, el principal baluarte es Darío Franco, con la colaboración de Gamboa y Pochettino, junto a ambos delanteros. El espacio de rechace suele estar vigilado por Llop principalmente. Esta circunstancia del juego es entrenada hasta el aburrimiento por parte de Marcelo Bielsa, muy puntilloso en esta faceta ofensiva de su protocolo estratégico.
Distribución espacial habitual, (sin contemplar la presencia de adversario que condicionaría cada circunstancia particular del juego).
VIDEO 2 (PRÓXIMAMENTE)
Período competitivo 1990-1992.
La llegada de Bielsa en su primer torneo corto fue llegar y besar el santo. Primera competición profesional y primer título, al ganar holgadamente el torneo Apertura 1990.
Torneo Apertura 1990
(*) Fuente: http://www.rsssf.com/tablesa/arg91.html
Como se puede comprobar en la tabla clasificatoria lograría ser el equipo más goleador y el menos goleado, mostrando un nivel de regularidad que llamaría la atención, teniendo en cuenta la bisoñez de muchos de los componentes del plantel.
La característica principal del equipo a lo largo de la competición sería el rigor con el que aplicaron los principios largamente trabajados en sesiones interminables de entrenamiento. Marcelo Bielsa había logrado no solo que sus pupilos fuesen extremadamente competitivos sino que se implicasen en el proceso.
Como curiosidad, la mayoría de jugadores conocían datos del rival, como número de tarjetas recibidas, minutos jugados, goles marcados o recibidos, tendencias en su puesta en acción, datos que Bielsa invitaba a estudiar para que fuesen conscientes de las particularidades de los rivales a los que se enfrentaban.
Otra curiosidad era la capacidad de síntesis de Marcelo Bielsa a la hora de establecer las obligaciones de sus pupilos en contraste con sus oponentes. La costumbre era ver los partidos en vídeos VHS completos, Bielsa ofrecía los cortes necesarios a cada jugador, sin obligarles a tediosas sesiones de vídeo, tan denostadas por los futbolistas. Bielsa dedicaba una parte importante de su tiempo de trabajo al análisis y con la ayuda de sus colaboradores, cortaba y editaba los vídeos para ofrecérselos a cada interesado. El volumen de información que llegaba a manejar Marcelo Bielsa a lo largo de una campaña era extraordinario.
La victoria en el torneo Apertura 1990 le ofrecía a Newells la posibilidad de luchar por el campeonato 1990-1991 junto el campeón del torneo Clausura 1991. En la segunda parte del campeonato, Newell’s no estuvo tan acertado y acabó octavo, saliendo campeón el equipo del maestro Oscar Washington Tabarez, Boca Juniors.
Torneo Clausura 1991
(*)Fuente: http://www.rsssf.com/tablesa/arg91.html
El campeón se dirimiría en una doble confrontación, la primera jugada en Rosario el 6 de julio de 1991, en la que Newell’s Old Boys se impuso a Boca Juniors por un gol a cero, obra de Berizzo y la segunda se jugaría en Buenos Aires, en el estadio de La Bombonera, donde Boca Juniors se impondría por el mismo resultado, uno a cero, gol obra de Reinoso.
El campeonato se tendría que determinar en la tanda de penaltis, en la que Newell’s Old Boys se impondría por tres a uno, proclamándose campeón del torneo 1990-1991 y ganándose el derecho a jugar la Copa Libertadores de América. Como consecuencia de la celebración de la Copa América de Selecciones en Chile, ambos equipos contaban con bajas importantes, por Newell’s Old Boys no jugarían la final del torneo su defensa central Gamboa y su centrocampista Darío Franco. Boca Juniors no podría contar con su delantera de gala, Diego Latorre y Gabriel Omar Batistuta.
Estadio Gigante de Arroyito, Rosario. 6 julio de 1991. Partido ida, NOB vs Boca Juniors.
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Estadio La Bombonera, Buenos Aires. 9 julio de 1991. Partido vuelta, Boca Juniors vs NOB.
[su_youtube url=»https://www.youtube.com/watch?v=eh-WdfevvJs» width=»560″]
El inicio de la temporada siguiente no pudo ser más aciago para el equipo de Rosario, en el torneo de Apertura de 1991, el equipo negro y rojo acabaría en una nefasta antepenúltima posición que le condicionaba mucho su potencial capacidad de terminar el torneo con protagonismo y opciones de competir en el torneo continental de 1993, toda vez que había logrado rozar la gloria con los dedos al proclamarse subcampeón de la Copa Libertadores en 1992, al caer en la final contra el Sao Paulo de Brasil dirigido por Telé Santana.
Estadio Gigante de Arroyito, Rosario. 10 junio 1992. NOB vs Sao Paulo, partido ida Final Libertadores.
http://footballia.net/matches/newell-s-old-boys-sao-paulo-fc
Estadio Morumbí, Sao Paulo. 17 junio 1992. Sao Paulo vs NOB, partido vuelta Final Libertadores.
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El equipo de Bielsa no tuvo una continuidad en su puesta en escena y se encontró con muchas dificultades parar llevar a término el fútbol que lo había caracterizado el ejercicio anterior.
Apertura 1991
Pero la reacción en el Clausura de 1992 fue extraordinaria y nuevamente el espíritu ganador del equipo de Bielsa los llevaría a lo más alto para proclamarse campeones del torneo con suficiencia, imponiéndose en el tramo final del torneo a Vélez Sarfield y a un sorprendente Deportivo Español de Buenos Aires presidido por el excéntrico ordense Francisco Ríos Seoane .
Clausura 1992
La determinación final de quién iría a la Copa Libertadores del ejercicios siguiente se dirimiría en un duelo entre ambos campeones, River Plate de Buenos Aires y Newell’s Old Boys, imponiéndose en un triple enfrentamiento el equipo de la banda sangre y obligando a jugar una eliminatoria final al equipo rosarino contra el campeón del torneo octogonal de la liguilla pre libertadores que acabaría ganando Club Atlético Vélez Sarfield. En dicha eliminatoria Newell’s Old Boys se impondría al equipo de El Fortín, clasificándose para la Copa Libertadores de 1993.
Este torneo significaría la despedida de Marcelo Bielsa de su equipo del alma. En una decisión controvertida decide no vincularse con el club nuevamente y Marcelo Bielsa vuela rumbo a México para asumir la responsabilidad de liderar al Atlas de Guadalajara.
La realidad de Marcelo Bielsa es que su particular forma de trabajar, unido a su carácter ganador y extremadamente meticuloso, hace que las relaciones personales que se entablan en la convivencia cotidiana desemboquen en un profundo nivel de roce. A pesar de que el roce hace el cariño, el liderato, entendido a la manera de Bielsa, le lleva a exigir un nivel muy elevado de compromiso, acierto y rigor, provocando que dicha exigencia no se vea, en ocasiones como una virtud, sino como un problema a solventar.
Su relación con la dirección del equipo de Rosario se fue erosionando por exceso de uso y con sus futbolistas por exceso de celo, llegando a una situación en la que partir se convirtió en la mejor manera de solventar el problema.
Marcelo Bielsa en México
El periplo de Bielsa por México duró cinco años en los que trabajó, junto a su ayudante Luis María Bonini, primero en Atlas de Guadalajara y posteriormente en América de México.
En Atlas, compaginando la labor de formación con la dirección técnica, logró revolucionar la organización del club rojinegro, realizando una selección de miles de futbolistas que derivaron en la identificación de los talentos más prometedores del fútbol mexicano, así aparecieron jugadores del talante de Oswaldo Sánchez, Pavel Pardo, Borgetti, Juan Pablo Rodríguez o Rafa Márquez. Su aporte al equipo de Atlas tuvo una connotación a mayores, la gran cantidad de jugadores que acabaron siendo internacionales por el combinado tricolor de México.
Posteriormente en América lograría consolidar al equipo capitalino en la fase final del campeonato, para volver nuevamente a Atlas en labores de dirección deportiva. En esa época le fue propuesta la dirección de la selección mexicana pero decidió no asumir el reto para volver a Argentina y asumir la dirección de Vélez Sarfield que acababa de vivir uno de sus momentos más brillantes de la historia bajo la dirección de Carlos Bianchi y posteriormente Osvaldo Piazza.
Marcelo Bielsa en Vélez Sarfield
En agosto de 1997 Marcelo Bielsa asume la responsabilidad de dirigir a Vélez Sarfield. La vuelta del técnico de Rosario al fútbol patrio levanta una gran expectación tras su paso por México para afrontar un reto complicado, dar continuidad a la época dorada del equipo azul tras el paso de dos de los mejores entrenadores de su historia.
La herencia del plantel, con sus principales figuras inspiraba a todos a que Bielsa mantendría una tendencia continuista con relación a los preceptos estratégicos de sus dos antecesores, pero inmediatamente los cambios empezaron a manifestarse y a no ser asumidos de la forma tradicional a la que el técnico estaba acostumbrado.
Bielsa siempre estuvo rodeado de pretorianos dispuestos a obedecer y competir bajo la divisa de un fútbol muy determinado, independientemente de las formas y maneras. En Vélez se encontró con un grupo de jugadores que necesitaban pasar el filtro para entender la idea de su técnico tras protocolos de entrenamiento completamente diferentes y para asumir la distribución espacial que el entrenador entrante tenía en mente y empezó a entrenar desde su comienzo.
Bielsa iba acompañado a Vélez de su segundo de confianza, Bonini, quien sería la bisagra adecuada para acomodar las capacidades adaptativas del plantel a la máxima exigencia de su líder. Como siempre, la necesitad de resetear al jugador para llevarlo posteriormente a su terreno, llevó que en las primeras jornadas Vélez tuviese problemas competitivos, dadas las dificultades de los jugadores a acomodarse, no solo al método de entrenamiento desacostumbrado de ejercicios analíticos posteriormente extrapolables al desarrollo general, de las partes al todo, habitual en el entrenador rosarino, sino también a la reorganización estratégica que Bielsa estaba dispuesto a llevar a cabo de manera inmediata para que los futbolistas lo pusiesen de manifiesto en el aspecto táctico.
Vélez, acostumbrado a jugar con cuatro defensas, empezó a sufrir el proceso adaptativo de competir con tres defensas y dos carrileros de largo recorrido. Bielsa inició su plan de trabajo habitual, distribuyendo el campo en zonas de tareas diversas que él era capaz de entender en su abstracción para concatenar posteriormente cada proceso individualizado y reorganizarlo en una propuesta global en la que los protocolos defensivos volvían a centrarse en la exigencia sobre el adversario, el marcaje, la anticipación, la interceptación y el robo con el objetivo de atacar.
Los trabajos encaminados a ejercer este tipo de principios defensivos que le acomodarían al plantel para redirigirlos a diferentes tipos de defensas en las que la combinación de marcajes, zonales y sobre individuos, facilitasen el tránsito hacia un complejo defensivo que le permitiese el robo para perfilarse en ataque con el argumento principal que siempre defendió: la verticalidad.
Con esas premisas desarrolló un compendio de tareas que no fueron del agrado de su plantel al inicio, al igual que el mensaje de cambio que no fue asumido con el entusiasmo que el profesaba al trabajarlo. Necesitaría tiempo para convencer a los jugadores o que se convenciesen por ellos mismos al poner la frontera entre lo aceptable o no aceptable en sus principios y no en el de los jugadores.
A partir del momento en que se asumió la nueva tendencia competitiva, el resultado empezó a evolucionar. Para trabajar con Bielsa hacen falta dos cosas: creer y creerlo. Sin ambas, no se puede evolucionar por lo que, quien no crea y no lo crea, no juega.
José Luis Chilavert, el veterano y consagrado portero de Paraguay fue en un principio la voz de todo el plantel, tratando de sostener un pulso de liderazgos que claramente acabó decantándose del lado del entrenador, siendo el portero posteriormente, a pesar de su fama de polemista, un elemento más del entramado competitivo del equipo.
A partir de que el proceso adaptativo se fuese consolidando, los resultados fueron acercándose a lo estimado para convertirse posteriormente, en el torneo final de Clausura en un torbellino competitivo que los llevaría a alzarse con ese campeonato.
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ESTRUCTURA DEFENSIVA
[su_note note_color=»#ffeaa6″ radius=»19″]Formación: Se iniciaría el proceso con una formación 1-4-3-3 que posteriormente iría variando a otra más tradicional a lo largo del período de trabajo de Bielsa de 1-3-4-3.
Tipo de defensa: Preferentemente se desarrollaría la defensa mixta, pero por partidos específicos y por particularidades del rival se dejarían ver defensas combinadas, en las que un marcador central solía participar en el medio del campo como marcador específico de jugadores creativos del equipo adversario. La gestión de la zona y el marcaje al hombre es una particularidad que llevará el sello de Bielsa, alterando las defensas en los partidos hacia una de las dos márgenes, el espacio o el individuo, en función del interés estratégico de cada momento.
Posicionamiento defensivo: Generalmente replegado, es decir, en propio campo, pero adaptándose a particularidades específicas del adversario, en partidos concretos se puede percibir un posicionamiento plegado o en medio del campo.
Objetivo defensivo: Robar el balón para atacar, sacando principalmente provecho del desorden ajeno y del propio para adaptar cada ataque o contraataque a la coyuntura de cada momento. El objetivo defensivo era contundentemente, defender para atacar, robar y proyectarse ofensivamente buscando en la medida de lo posible la verticalidad.[/su_note]
Desarrollo del proceso defensivo.
La evolución del trabajo defensivo de Newell’s a Vélez, como es habitual, viene marcado por las particularidades de los futbolistas con los que debe trabajar.
En Vélez se va a encontrar con un portero de mucha influencia e incidencia como Chilavert, con características totalmente diferentes a Scoponi. Eso le permitirá asumir un cierto nivel de riesgo a plantear una defensa de tres, con protagonistas diferenciados. En esa defensa de tres aparece Zandona en el lado derecho, quien puede alternar su posición con Méndez, Sotomayor ejerciendo de hombre libre por el centro y Mauricio Pellegrino como marcador central por el sector izquierdo.
Los marcadores desarrollarán habitualmente trabajos encaminados a partir de una defensa en zona para a partir del momento en el que el balón entre en el posicionamiento defensivo asignado, afrontar un marcaje directo sobre el adversario lo que llevará a una defensa mixta, al seguir al rival hasta el final de la jugada. Se prioriza el espacio hasta que el balón entra en la posición defensiva clave para priorizar a partir de ese momento al adversario asignado previamente hasta que la jugada finaliza. Se considera la jugada finalizada cuando se recupera el esférico para atacar o el adversario tira o remata la acción.
Como laterales de recorrido nos encontramos en el sector izquierdo a Cardozo y en el derecho al “Turco” Claudio Husain, ambos resguardados por un mediocentro defensivo en la figura de Compagnuci, el 5 tradicional argentino llamado a ser el corrector en caso de ausencias derivadas de las propias circunstancias del juego, ejerciendo un papel a Sotomayor en la línea anterior. Por delante de Compagnuci ejercerá habitualmente Bassedas, el jugador creativo y organizador por excelencia del equipo.
En la línea de vanguardia, tres efectivos, generalmente Patricio Camps como delantero centro, Posse en el flanco izquierdo y Cordone en el derecho.
Otros jugadores relevantes serían Claudio Husain, Castromán, Federico Domínguez, Pandolfi o el portero Caballero.
El protocolo básico a nivel defensivo era desarrollar una defensa en zona hasta el posicionamiento, a partir de que el balón entra en esa zona de influencia, los jugadores situados entre el balón y la portería pasarían a enfatizar la labor del marcaje hombre a hombre lo que llevaría a la defensa global desde una zonal a una defensa mixta.
Los jugadores superados por la línea del balón deberían seguir la marca asignada si esta evolucionaba en el ataque o quedarse a vigilar para el posterior ataque, con el matiz de que si se encontraba cerca del poseedor del balón, realizar la ayuda defensiva que fuese adecuada en ese momento, generando una ventaja posicional puntual en la zona de incidencia de la pelota.
Una vez recuperado el balón y dada la condicionante de la defensa mixta de que aparezcan jugadores en zonas no habituales, se generará un primer momento adaptativo de llevar el esférico hacia espacios seguros y a partir de ahí realizar el tránsito hacia el ataque, buscando la verticalidad en la medida en que cada circunstancia lo permita.
En relación a las acciones a balón parado, nuevamente la insistencia del entrenador en esta faceta es rayana en la obsesión. El entrenamiento de los fundamentos para defender la pelota parada radica en la ocupación de los espacios vitales por jugadores específicos y la actuación sobre adversarios por el resto de defensores. Nuevamente los marcajes rígidos serán relevantes, nuevamente la zona de rechace y el primer y segundo palo serán determinantes por lo que la defensa de estas acciones combinarán marcajes sobre espacios y marcajes sobre adversarios lo que deriva en una defensa combinada. Con un jugador o más, en función del número de defensores que deje el rival en vigilancias, para atender el ataque posterior.
Distribución espacial de referencia sin contemplar la posición condicionante de un adversario:
VIDEO 3 (PRÓXIMAMENTE)
ESTRUCTURA OFENSIVA
[su_note note_color=»#ffeaa6″ radius=»19″]Formación ofensiva: El equipo se distribuye a lo largo y ancho del campo rompiendo la formación 1-3-4-3 y generando la optimización de espacios en amplitud y profundidad en base a sus objetivos estratégicos condicionados por la distribución defensiva adversaria.
Distribución: El equipo buscará ocupar los espacios más relevantes, ampliando el campo y buscando estirarse hacia la portería rival a medida que avanza y evoluciona en el ataque.
Tipo de ataque: Alternancia de corto y largo. Buscando proyectarse por los flancos para aprovechar la ventaja numérica por esas zonas al disponer de un carrilero largo y un extremo específico. Continuos cambios de orientación para sacar partido de espacios libres alejados.
Objetivo del ataque: Alcanzar la portería rival de la manera más vertical posible. Se busca jugar hacia adelante y superar líneas adversarias en la medida de lo posible con el mínimo de combinaciones.[/su_note]
Desarrollo del ataque:
Bielsa trata de sacar el máximo partido de los espacios útiles que es capaz de generar al distribuir a sus jugadores de la manera planteada. Aprovechar los espacios entre líneas para proyectar posteriormente los ataques hacia adelante, bien con la profundidad de Patricio Camps por el centro o con Martín Posse y Cordone por los flancos. Igualmente procura disponer de asociaciones claras en cada situación de balón. En la creación de la jugada, en el flanco derecho se asocian Husain y Cordone, mientras que en la izquierda operan Cardoso y Posse. Por dentro, Compagnuci es la referencia junto al creativo Bassedas.
En la iniciación, el juego parte principalmente de Pellegrino y Sotomayor, buscando un pase de seguridad hacia adelante o la sorpresa con un lanzamiento en largo.
El juego de combinación viene habitualmente cuando se inicia el ataque, cuando el proceso defensivo permite robar, aquí se activan otros resortes, como la velocidad de circulación del balón para sacar provecho de la velocidad de Posse, de la capacidad de desequilibrio de Camps, quien por momentos también cae entre líneas para favorecer los desmarques de ruptura de Bassedas y por el flanco derecho, la invitación que generalmente hace Cordone a los desmarques de ruptura de Husain.
El juego es muy vivo como consecuencia de buscar la verticalidad en todo momento, frenando su ímpetu cuando la defensa rival está organizada y obliga a relativizar dicho objetivo para buscar los espacios adecuados por los que ir superando las líneas rivales.
En comparativa con Newell’s, el juego de Vélez ofrece mayor dinamismo y posibilidades, dadas las características de los jugadores y la diversidad en la ocupación de los espacios.
Relevante la incorporación desde atrás de Pellegrino en conducción superando líneas y dividiendo para generar una superioridad con el pase. Base sobre la que se asientan muchas iniciaciones del juego cuando se le ceden espacios a un central de calidad técnica individual elevada.
En las acciones a balón parado, Bassedas es generalmente el lanzador y para las acciones de remate, se cuenta con Pellegrino y Sotomayor en las acciones a balones enviados, junto a Patricio Camps y Cordone, las aportaciones en los espacios a vigilar vendrán por Compagnuci, Posse y un jugador de los flancos, quedando generalmente Zandona y el jugador restante del flanco para realizar vigilancias defensivas.
Distribución espacial del equipo sin contemplar la posición condicionante del adversario.
VIDEO PROPIO 4 (PRÓXIMAMENTE)
Período competitivo 1997-1998
A Marcelo Bielsa le costó dar con la tecla para que Vélez fuese la máquina competitiva que el pretendía. El inicio no fue, ni mucho menos, fácil y como siempre, ese período adaptativo que conlleva trabajar con un entrenador heterodoxo, como es Bielsa, supone aprender desde el error y no fue una excepción Vélez. Los jugadores tuvieron que asumir principios futbolísticos a los que no estaban acostumbrados y niveles de exigencia que llevaban aparejados riesgos no conocidos hasta el momento, como consecuencia de asunción de responsabilidades diferentes.
De ahí que podamos constatar en la tabla clasificatoria del torneo Apertura de 1997 cómo le fue costando ganar partidos y competir en base a los principios asumidos. Con el tiempo, dinamizando los entrenamientos y acostumbrándose los jugadores a los niveles de abstracción derivados de los mismos, con prácticas tan analíticas que les obligaban a tratar de entender desde la descontextualización del juego, Vélez Sarfield, una vez superada la primera desconfianza, comenzaría a competir y ganar.
APERTURA 1997
El flujo derivado del entendimiento y la comprensión de los preceptos solicitados por Marcelo Bielsa, llevaron a Vélez a desarrollar un Clausura en 1998 que lo acercaría a la idea casi perfecta que Bielsa manejaba en su cabeza, convirtiendo al equipo de Liniers en el nuevo referente del fútbol argentino. Un campeonato brillante que les daría el título en ese ejercicio y continuaría con la senda victoriosa de Vélez Sarfield a lo largo de la década de los 90.
CLAUSURA 1998.
El contrato por un año de Marcelo Bielsa, sin embargo, no fue prorrogado. La incidencia y el impacto del entrenador en las relaciones cotidianas, los niveles de exigencia, el desgaste por el roce y la complejidad en la forma de dirigir grupos de un entrenador tan invasivo, llevaría a que la relación se terminase en ese ejercicio, momento en el que Bielsa afronta la aventura española, a asumir entrenar al Real Club Deportivo Espanyol del Barcelona por un período mínimo de tiempo, porque desde el momento de la firma en junio de 1998, hasta septiembre del mismo año, surgió una oferta irrechazable que Bielsa asumiría como una responsabilidad patria, dirigir el combinado nacional de Argentina.
Autor
- Soy Álex Couto Lago. Entrenador Nacional de Fútbol, convalidable con Uefa Pro. Máster Profesional en Fútbol por la Universidad del Mar de Murcia. Licenciado en CC Económicas y Empresariales por la Universidad de Santiago de Compostela.
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